Una tabla de quesos puede ser muy sencillo, pero tendrá más éxito si se tienen en cuenta , cómo presentar los quesos, cuántos tipos de queso servir, con qué acompañarlos, cómo complementarlos.
En primer lugar hay que tener en cuenta que cada paladar tiene sus gustos, pero en general, una tabla de quesos suele contar con un mínimo de tres,cuatro,cinco y un máximo de siete quesos diferentes. Se pueden complementar los quesos por el tipo de leche empleada (de vaca, de cabra, de oveja, mezcla, azules…), por familias (frescos, cremosos, de pasta blanda, de pasta prensada, de segunda fermentación…) o por regiones de elaboración entre otros criterios.
Para que luzca más la tabla de quesos escoge una base para servirlos que sea simple y limpia, sobran las decoraciones, lo que tiene que destacar son los quesos y lo que les acompaña. La tabla debe ser amplia para que todos los quesos se puedan presentar espaciados, puede ser de madera, de cerámica, de pizarra, de cristal o del material que prefieras,....
Los quesos deben estar bien cortados y naturalmente, libres de cortezas que no sean comestibles. Suelen servirse en forma de abanico, aunque se pueden cortar de distintas formas, pero lo ideal es que en la presentación , los quesos más suaves se encuentren en la parte exterior y los más fuertes en el interior, así se empieza la degustación de fuera a dentro.
Luego están los acompañamientos, sin obviar unas finas tostas o unas galletas dulces que contrastan en sabor, es casi imprescindible combinar con alguna fruta, mermelada o frutos secos que subliman su valor gastronómico. Desde el tradicional membrillo, las uvas, pasando por la manzana o la pera, también son muy comunes las nueces, pero no podemos olvidar las almendras, los piñones o los pistachos, y las mermeladas más variopintas.